Septiembre.Libro Blanco.

Escribí una vez que para mí la vida trae siempre dos noticias constantes e indiscutibles: una mala y otra buena. La mala, es que nos morimos; porque la vida es en sí una cuenta atrás, pero la buena noticia -y es muy buena- es que no sabemos cuándo se dará la mala, y que en general todos esperamos/deseamos que sea muy tarde.
Que mientras eso ocurre -y puede que sea antes de lo pensado- la pregunta a responder con acciones inmediatas es: ¿Qué quieres hacer con tu vida hasta el preciso instante de tu muerte? Hay gente que muere de repente -o enferman gravemente- y, ellos, sus familiares y amigos, no tienen la oportunidad ni el tiempo de maniobrar nada. ¿Te imaginas que hubieran tenido antes, solo que fuera, 10 minutos? No me jodas! Está claro!: hay que tomar las riendas de nuestra vida para que no nos pille el toro. ¿A qué esperar? ¿Quién quieres que te acompañe en el día a día y quién no? Hay que hacer lo que uno quiere.
No hablo de nada material. Nunca es lo más importante. Ni tampoco de tirar la casa por la ventana. Es más fácil aún: Hay que decirles a aquellos a quienes queremos que los queremos, que nos arrepentimos (o no), que nos sentimos ridículos (o no), que estamos bien, mal o regular o lo que sea, y mejor aún, que te quiero, te extraño y te echo de menos.
Nobleza. ¿A quién llamas tú antes de que tu avión despegue o cuando aterriza? y lo que es mejor, ¿Quién te llama?
Nací un 23 de junio en la noche de San Juan. Inicio del solsticio de verano en el hemisferio norte. La noche más corta del año. La noche en la que en algunos lugares -sobre todo en España- se hacen hogueras para quemar lo viejo y dar paso a lo nuevo. Quizás por eso he tenido que hacer «reset» tantas veces y volver a empezar de cero.
En septiembre empieza un nuevo ciclo, un nuevo curso.
Es otra oportunidad para reiniciar. Para renacer. Eliminar lo malo e incorporar lo bueno. El libro está en blanco, listo para ser escrito. No hay fórmulas mágicas, sólo sentido común. Es tan valiente el que coge la mochila y se va, como el que la deja en el suelo y decide quedarse para siempre. Puede que este último lo sea mucho más. El mejor guerrero no es el que vence, sino el que regresa a la batalla sin miedo.
Las cosas -como el agua- no fluyen si no se generan las condiciones adecuadas. Demasiado calor, las disuelve y evapora. Demasiado frío, las congela. Uno debe poner de su parte para que las cosas fluyan. Propiciarlas. Generarlas. Inyectar energía. Voluntad. Acción!. Nada se mueve en el universo sin energía. El universo entero conspira a favor de uno cuando algo se desea con todas las fuerzas. Las ideas sin acciones son solo sueños. Las acciones sin ideas, pesadillas! No importa tragar algo de orgullo, rectificar, volver sobre tus propios pasos, pedir perdón, llorar, arrepentirse. Agachar la cabeza y bajar la mirada está permitido. Para impulsarse y renacer con más y mejor energía y fuerza, a veces, hay que tocar fondo.
Haz lo necesario primero, después lo posible y, de repente, estarás haciendo lo imposible. Dicen que ese es el orden. A fin de cuentas, la felicidad es solo la ausencia de miedo.
Cuántas frases hechas, ¿no?
Siguiente parada, ¿quién sabe?…